FEBRERO 2024

lunes, 31 de agosto de 2009

CONSTRUYENDO PUENTES - Building bridges


Por Guillermo Ceballos Serra


Esta semana tuve oportunidad de ver en video el concierto de 20 minutos que el mítico Paul McCartney, a sus 67 años, dio sobre la marquesina del Teatro Ed Sullivan de New York el 15 de julio de este año. Quisiera recordar que Los Beatles hicieron su debut en la televisión estadounidense el 9 de febrero de 1964 en el Show de Ed Sullivan.

Mas allá de los gustos musicales o lo que pueda despertar este artista en cada uno de nosotros, (en mi caso una gran admiración), me llamó poderosamente la atención ver que este teatro sito en la mismísima calle Broadway, no estaba cortada, un sencillo dispositivo permitía que en perfectamente armonía convivieran quienes asistían al espectáculo y quienes transitaban tranquilamente con sus vehículos.

Es sorprendente ver para nosotros habitantes de Buenos Aires, como nos hemos desacostumbrado a las cosas sencillas que mejoran nuestra calidad de vida, como nos desacostumbramos simplemente a convivir como seres humanos, mostrando un mínimo de respeto por el prójimo.

En materia laboral, hemos presenciado innumerables conflictos resueltos luego de múltiples episodios de violencia verbal o directamente física, resueltos más por la fuerza de los hechos que por la convicción de haber logrado un resultado equilibrado para las partes.

Muchas veces me pregunto ¿cómo hace esta gente para mirarse a la cara la mañana siguiente una vez terminado el conflicto? ¿Cómo hacen para volver a trabajar juntos, para sostener proyectos comunes? Pienso, cuanto tiempo durarán los rencores, los pases de facturas, los preparativos para el próximo round. ¿Cómo nos saludaremos en las fiestas de fin año, cómo llevaremos a nuestros hijos a celebrar el día del niño o de la familia.

Escuchamos una terminología obsoleta, se habla de cláusulas de “paz social”, para reflejar que hay acuerdos, por lo que cabe inferir que estamos en “guerra social” cuando estamos en presencia de una discrepancia de cualquier índole.

Nada de todo esto es gratis, nada de todo esto es neutro. Para quienes tenemos una visión colaborativa de la sociedad y de los proyectos empresariales, nada se logra sin personas que inviertan su talento, sin personas que inviertan su capital o su vocación empresarial.

Las responsabilidades son compartidas.

Empresarios y ejecutivos faltos de sensibilidad que olvidan que el buen defensor del accionista es aquel que vela por todos sus intereses, los de corto y largo plazo. Los económicos y los que satisfacen a todos los demás stakeholders, que en definitiva dan legitimidad social al proyecto empresarial que sustentan porque los hace valiosos para todos.

Sindicalistas que presumen sin admitir prueba en contrario, que el empresario es un embustero o un timador cuyo objetivo es aprovechar una posición dominante. Otros que se desentienden del valor de la eficiencia y la productividad que son también motores de progreso social porque acercan facilitan la llegada de los bienes y servicios a las personas. Otros que simplemente olvidan que al tiempo de cosecha lo precede el tiempo de siembra o que la moderación también es un atributo necesario para los dirigentes.

Funcionarios de la órbita laboral que no guardan el debido equilibrio, que olvidan que el derecho laboral no es un bien exclusivo de los trabajadores sino de la sociedad en su conjunto. Algunos que por su origen gremial creen que deben ignorar desbordes o atropellos por una suerte de lealtad “corporativa” cuando por su llegada y sensibilidad podrían ser escuchados más allá de su rol público.

Sin duda podríamos agregar más comentarios pero no es el objetivo cargar las tintas sobre lo que no funciona, todos lo conocemos, sino que corresponde sumar para construir porque el camino anterior no conduce a ninguna parte.

Podríamos empezar diciendo que el empleador, el sindicato y el estado tienen un legítimo interés por el trabajador o empleado, por múltiples causas, pero que en definitiva si reconociéramos el interés legítimo de cada uno ya habría un primer paso inicial positivo en la dirección correcta.

No es un empleado desleal quien decide afiliarse a un sindicato, ni recurre a una práctica desleal el empleador que instaura una mejora para su personal sin negociar previamente con un sindicato. Tampoco es problemático un sindicato por advertir a los empleadores sobre cosas que no funcionan adecuadamente.

Otro paso esencial, es desdramatizar las discrepancias y los conflictos. Son parte de la vida. Conflicto y negociación son las dos caras de la moneda.
En la sociedad democrática, el disenso hace a su esencia, el debate debe ser continuo, como debe serlo también la vocación de superar los propios intereses específicos. Allí es donde comienzan a ser posibles los acuerdos y los encuentros.

Desde luego no me detendré a mencionar las bondades de negociar en base a intereses y no sobre posiciones y el respeto por las personas de los negociadores, porque el maestro Roger Fisher, sus colegas y seguidores ya tienen demasiados libros escritos sobre el tema.

Pero si creo que la construcción de una atmósfera de confianza es esencial para el dialogo en cualquier orden y desde luego en el laboral. Es esencial para construir puentes que puedan transitarse en todas direcciones.

Dice un proverbio chino que: “El mejor momento para plantar un árbol fue hace veinte años. El segundo mejor momento es hoy mismo”. También vale para la confianza.

La confianza se genera en una sucesión de pequeños gestos, al principio imperceptibles, donde las partes pueden dejar de lado la lógica amigo / enemigo, abandonar el paradigma de que para ganar algo tiene que ser a expensas del otro y son capaces de encontrar integridad en el otro y hablar honestamente de los intereses que se persiguen.

La confianza permite inclusive descansar en el otro que creíamos el enemigo y construir con él. Obviamente es un camino de dos vías, reciproco, requiere esfuerzo de todas las partes. Por ello sería bueno testearnos.
Podríamos mirarnos al espejo y preguntarnos al ver la imagen que nos devuelve ¿ a este señor, le compraría un auto usado?



http://www.youtube.com/watch?v=89k78LYERDk
http://www.youtube.com/watch?v=nK-IupRzHVI&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=-BPj-ASJRJc&feature=related

¿EJECUTIVO SENIOR O EL DESAFIO DEL NEGOCIO PROPIO?



Por Maximiliano Huss
Country Manager de Assist Card Argentina


Sin dudas es una pregunta que alguna vez, todos aquellos que ocupamos una posición clave en alguna organización, sea nacional o internacional, tuvimos con cierta frecuencia en nuestra cabeza.
¿Por qué?
Antes de analizar la respuesta, es interesante empezar a entender el por qué de la constante pregunta.

Uno de los motivos centrales, entiendo que debe ser el manejo de los recursos versus las utilidades que arrojan las decisiones.
Cuando la frecuencia en la toma de decisiones, combinadas con el vértigo del resultado y la soledad del poder nos demuestra el éxito, vemos como el accionista disfruta a pleno. Concretamente ahí aparece nuestra famosa pregunta.

¿Y si lidero mi propio negocio?...Administro bien los recursos, las decisiones son acertadas y las utilidades son importantes, ¿Por qué no hacerlo?
¿Por qué no ser el dueño de mi propia Empresa?
Hay capacidad, experiencia de años y criterio comprobado a la hora de hacer negocios.

Que interesante sería ser mi propio jefe.
Es conocido y debatido con cierta frecuencia en los libros de negocios o administración, las cualidades que se deben tener para comenzar con el propio negocio.

A continuación menciono algunas cualidades que podrán contribuir a poder elegir ésta opción.

Soy una persona muy ambiciosa y con una capacidad creativa interesante.
Pienso en grande y actúo en grande.
Me auto-motivo en forma constante y tengo la capacidad de motivar a la gente en forma natural
No siento problema alguno en cuestión de horarios, las horas extensas no son un inconveniente.
Soy una persona altamente proactiva.
Tengo un espíritu independiente y tengo la plena seguridad en como deben hacerse las cosas en forma correcta.
Prefiero ser líder a ser liderado.
No temo asumir riesgos.
Soy creativo y me incomodan los límites.
Tengo suficiente autoconfianza, basado en mi profundo autoconocimiento.

Son afirmaciones que un ejecutivo senior comparte casi en su totalidad y diría que hasta las siente en forma diaria.
Claramente son competencias y cualidades que se deben tener para ser un buen Gerente o Director. Pero si las cualidades y competencias son similares a las de un Entrepneur, ¿Por qué ceder los resultados? ¿Por qué no asumir los riesgos, invertir y confiar en las propias capacidades?

El desafío es intentarlo, confiar en el instinto y en nuestras cualidades para hacer las cosas. Entonces, ¿Cuál será el próximo paso? Definir el tipo de negocio a comenzar.

Para tal fin, debemos considerar estas tres preguntas que orientarán la decisión anhelada.

¿Qué cosas me gustan hacer realmente?
¿Qué cosas hago bien y para qué soy realmente bueno?
¿Qué mercado/industria esta dispuesto a pagarme por estas cosas?

La combinación de estas tres respuestas nos orientará al mejor destino.
Aparecerán la pasión, el entusiasmo y la excelencia, acompañados de la satisfacción vocacional.
El regalo más importante que somos capaces de darnos. Hacer lo que nos apasiona y ganar dinero.

Habrá que comenzar con los sueños, y hacerlos realidad.

VIDA PERSONAL Y VIDA LABORAL: ¿Es posible el balance?



Por Alejandro Manuel Caviglia
Director de Recursos Humanos Corporativo de Tecnofarma

No quiero hacer un análisis sociológico ni histórico tampoco sobre la evolución del trabajo. Mi pretensión es enfocar el tema desde la vida cotidiana actual de una persona que trabaja, observando específicamente los casos de los varones y mujeres que además conformamos una sociedad familiar con pareja e hijos.

Parto de lo que considero son las tres dimensiones que componen hoy nuestra vida cotidiana: la dimensión profesional que abarca a la vida laboral, la dimensión familiar en términos de dedicación activa a la pareja y a los hijos, y finalmente la dimensión individual que se refiere al tiempo propio de cada personal, aquel que necesita para sí mismo.

Quiero sí mencionar que la evolución tecnológica de los últimos años ha hecho que el trabajo se extienda más allá de las horas reales que pasamos en nuestra oficina. La notebook, el teléfono celular (que a veces hasta nos retan si lo apagamos), los dispositivos portátiles para recepción y envío de e-mails son todos avances que por necesidad, propia decisión, tentación o sentido de responsabilidad (o culpa…), hacen que no importa el lugar donde sea que estemos, el día y/o la hora de que se trate, dediquemos mucho más tiempo que antes a atender nuestras obligaciones laborales. ¿Cuántos de nosotros puede asegurar que no lee y/o responde e-mails, analiza y/o redacta informes un sábado a la noche o un domingo luego de almorzar? Yo no puedo negar que esa es mi conducta.

La pregunta que me hago sistemáticamente desde hace varios años es: ¿Es posible hoy combinar estas tres dimensiones para que encajen perfectamente en términos de dedicación y atención apropiadas para cada una, o acaso se trata todavía de un rompecabezas que no hemos podido ensamblar con éxito? Obviamente que me planteo este interrogante porque no siento que lo haya resuelto satisfactoriamente, y luego de mucho tiempo y charlas con colegas terminé descubriendo que el tema no es de mi exclusividad.

El “no es la cantidad de tiempo sino la calidad” como respuesta a la dedicación para con los hijos ha terminado aburriéndome, parece ser el único argumento que supimos encontrar para tranquilizar nuestras conciencias de padres “cuasi” ausentes. Espero que mis empleadores no se enojen conmigo al preguntar en voz alta si esa expresión acaso no puede aplicar también al trabajo: ¿acaso en nuestras responsabilidades profesionales no es la calidad del tiempo que dedicamos más importante que la cantidad? ¿Y entonces por qué seguimos atado a las viejas costumbres de la jornada de 9.00 a 18.00? (Sé de empresas incluso que hasta ven con mala cara cuando alguien se retira antes de que “suene la campana” dando por finalizado el round de cada día).

La “mercantilización de los afectos” fue una definición que elaboré para entender las razones por las cuales aquellos que viajamos con mucha frecuencia por razones laborales, sistemáticamente nos ocupamos de llegar a casa con regalitos para todos. De esta forma, el afecto que no podemos manifestar explícitamente por la sencilla razón de estar ausentes, solemos compensarlo con una “indemnización en especies”.

Y si quiero reunirme con mis amigos a tomar café y hablar de fútbol, o salir a caminar por recomendación del cardiólogo, concurrir al gimnasio para mantenerme saludable o practicar el hábito de la lectura diaria, de dónde saco el tiempo? Porque además y según dicen debo dormir por lo menos 6 horas diarias…

Claro, puedo salir a caminar con mi esposa, concurrir al gimnasio con alguno de mis hijos, crear un grupo familiar de lectura donde unos nos escuchemos a los otros y de esta forma por lo menos vamos “encajando” las necesidades familiares con las personales, dando por supuesto que lo que me gusta hacer a mí coincide con los gustos del resto de mi familia y siempre y cuando no me venga de repente a la memoria un e-mail impostergable que debo enviarle a un miembro de mi equipo, entonces interrumpo lo que estoy haciendo, tomo mi blackberry y redacto de inmediato…

¿Intentos empresariales por resolver estos conflictos? Muchos. A modo de ejemplo cito el teletrabajo, la jornada laboral flexible, visitas de la familia a los lugares de trabajo de sus padres, salas de fitness en las oficinas… Creo que por cuestiones culturales y salvo honrosas excepciones, este tipo de soluciones no se han instalado en la Argentina. En algunos casos incluso sé que las respuestas de la Dirección General han sido: ¿Acaso la gente no tiene trabajo que hacer? o también: “No me venga con ideas revolucionarias y dedíquese a hacer su trabajo”.

Hace 20 años que trabajo como ejecutivo de recursos humanos y he sido profesor universitario de Desarrollo Organizacional, muchos de Uds. podrán recriminarme entonces y legítimamente, como creo fue De Gaulle quien dijo alguna vez: ¿Usted me trae una solución o forma parte del problema?

A modo de conclusión. No creo que las soluciones sean de tipo mesiánico (muy acostumbrados los argentinos a esa tendencia), por lo pronto me defino como parte del problema y en búsqueda permanente de alguna solución. Sin perder de vista el necesario realismo que debe existir para analizar estos temas, no puedo dejar de reconocer que el desequilibrio entre vida profesional y vida personal es un dato de la realidad y que las respuestas a este pendiente tendrán necesariamente que venir de contextos donde la problemática sea tratada rigurosamente y en toda su amplitud. Lamentablemente no hay muchas instituciones en nuestro país abocadas a temas de esta naturaleza, casi todas las ideas “las importamos” y por tratarse de cuestiones que tienen que ver con la cultura, estimo deberíamos disponer de ámbitos formales para estudiar este tipo de problemáticas y debatir respuestas asertivas.

Mientras tanto… hagamos como hasta hoy: cada uno lo que pueda aunque siga generando “gusto a poco”.

FLASH LABORAL ARGENTINA - AGOSTO 2009