Por Guillermo
Ceballos Serra
Los récords sólo existen para ser batidos.
Nos embelesamos cuando alguien
logra una nueva marca, , nos alegramos, admiramos y felicitamos a quien lo ha
hecho, pero esencialmente, el logro, consiste en subir el listón próximo a romper. Es un
proceso que nunca se detiene.
Hace pocos días Roger Federer
volvió a recuperar, después de más de 5 años, el puesto de # 1 en el ranking de
tenistas profesionales a los 36 años y medio, superándola marca de los 33 años y 3 meses que ostentaba de André
Agassi desde hacía 15 años, convirtiéndose
en el mejor tenista con más edad de la historia.
Más allá de los merecidos elogios
y la admiración mundial, este progreso individual, fruto del talento natural,
la disciplina personal y la habilidad para recrearse continuamente, que en sí mismo,
es un fenómeno individual, deja de serlo si se lo analiza conjuntamente con el
progreso colectivo de diferentes deportes.
Si analizamos el historial de los
atletas que participan en la carrera de 100 metros llanos, observamos que desde
el primer registro oficial obtenido por el estadounidense Don Lippincott
de 10.6 segundos en 1912 a los 9.58 segundos del jamaiquino Usain Bolt en 2009,
la marca nunca ha parado de caer, aun cuando se predecía que jamás se bajaría
la marca de los 10 segundos.
La evolución no se limita a los
atletas de alto rendimiento. Alrededor de 1300 años antes de Cristo, uno de los
hombres más poderosos de la época, el emperador Tutankamón, moría antes de
cumplir 20 años. En el año 1900, la esperanza de vida era de treinta años y hoy
es en general de setenta años y aún mayor en los países desarrollados. En muy
pocos años, sin duda, se extenderá a cien. La humanidad genera bienes en
cantidad y calidad en cantidades más que suficientes y la tecnología concreta
hechos relatados en la ciencia ficción.
La Universidad de Buenos Aires
(UBA), contará en 2018 con 200 alumnos que superan los 70 años de edad,
contando con una alumna de musicoterapia de 90 años (Aida Dulofeu ex directora
de escuela), a una materia de recibirse. Estamos hablando de gente con espíritu
extraordinario capaz de dar y recibir.
Hablamos de personas sumamente
productivas, en lo laboral, social y familiar. Sin embargo deben luchar como
los pioneros de otras épocas o de otros campos para sobrellevar las estigmatizaciones
de la etapa de la adultez mayor.
Las organizaciones, sociales,
educativas, particularmente las empresarias, practican un correcto discurso
anti discriminación, pero lamentablemente son muy poco permeables a los mayores
de 50 años.
Aunque parezca mentira, algunas universidades argentinas jubilan obligatoriamente a sus profesores al cumplir 65
años, en el mejor momento para la vida académica y cuando se dispone de más
tiempo para investigar y enseñar.
En el mundo empresario la situación es peor.
¿Cuántas personas de 50 años o más han reclutado en el último año? ¿Cuántos
colaboradores de 50 años o más han retirado o prejubilado y los han reemplazado
por jóvenes en los últimos 12 meses?
Quede claro que mi crítica no va
dirigida a los casos de sustituciones de personas que se tornan obsoletas para la función
por imposibilidad de adaptación, después de haber intentado una reconversión o
reubicación en otra posición a la altura de las habilidades.
Estamos siendo sencillamente incoherentes en las organizaciones, es políticamente
correcto hablar de igualdad de oportunidades pero habría que cotejar el
discurso con los hechos y poder sacar conclusiones sobre lo que ocurre en
realidad.
No hemos cambiado el mindset,
seguimos con una mentalidad ochentosa que no registra los cambios tecnológicos,
(por más que se declamen), no hemos adaptado las modalidades de contratación a
los nuevos tiempos, no hemos percibido mas allá de sus manifestaciones evidentes, las nuevas realidades etarias, sociológicas
y psicológicas del talento del mercado.
Queda a los ejecutivos de
recursos humanos horadar los viejos paradigmas e instalar los nuevos;
corresponde a todos en la organización, pero esencialmente a los del área de
talento garantizar el flujo de talento que haga sobrevivir exitosamente a las
organizaciones y aprovechar las diferencias y ser capaces de permitir nutrirnos
de los “Roger managers”, de todo nivel, tanto podrían aportar en estos tiempos
de supuesta escasez de talento.
2 comentarios:
Excelentes reflexiones Guillermo, el tema de quienes tenemos más de 50 es dramático porque somos expulsados de las organizaciones cada vez más temprano y con posibilidades casi nulas de reinserción, mientras que escuchamos acerca de planes que elevarían la edad jubilatoria a los 70. Ya las sociedades no saben que hacer con los mayores de 60, imaginate cuando la expectativa de vida llegue a los 100... Lo que uno termina observando es el "sindrome del avestruz", muchas cabezas escondidas en pozos para no mirar ni ver.
Gracias Ale, es absolutamente así. Las contradicciones entre los dichos y la realidad es patética. Abrazo
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